El 18 octubre, 2011

Toda una vida con la toga puesta

El Colegio de Abogados rindió ayer homenaje a los letrados que cumplieron 50 y 25 años de ejercicio en su profesión

Hay determinadas profesiones que se realizan por vocación y ayer quedó claro que la abogacía es una de ellas. Desde luego, eso es lo que trasmitieron la mayoría de letrados que se acercaron al Colegio de Abogados a recoger el Botón de Plata y de Oro por sus 25 y 50 años dedicados a su carrera profesional. La institución quiso reconocer así la labor de las personas que llevan al frente de esta actividad casi toda una vida.

La entrega de las insignias fue el acto central de los programados para la festividad de Santa Teresa. Un acto tradicional que según el decano del Colegio de Abogados, Eduardo Torres, reconoce “la permanencia, la antigüedad y la constancia de compañeros que llevan 50 y 25 años sin quitarse la toga, ejerciendo la abogacía día a día. Es muy difícil llevar tantos años en la profesión porque esto significa que las personas que han estado 50 años, llevan 70 ejerciéndola”.

Eso lo saben bien abogados como Fernando Mir Gómez, una de las personas que tuvo el privilegio de recibir el Botón de Oro por su medio siglo de trayectoria profesional. Reconoce que es lo que más le “gusta en el mundo” y se siente feliz por haberla ejercido durante tanto tiempo. De hecho, no tiene pensado retirarse, sino continuar en ella hasta que “mis facultades física y mentales me lo permitan”.

La conmemoración se tornó más emotiva si cabe cuando el propio decano rompió el protocolo para que fuera su propio hijo, (también abogado que pertenece a la Junta de Gobierno del Colegio), el que le entregara el galardón. Junto a él, también lo recibieron el letrado José Luis Aguilera y José Sánchez, que por motivos personales no pudo recogerlo en el año 2007, fecha en la que cumplió 50 años dedicado a la Justicia.

A lo largo de todas estas décadas, estos abogados que llevan incorporados al colegio profesional desde el año 1961, han asistido a profundos cambios en el seno de la Justicia. “Ha habido transformaciones tanto en la forma como en la normativa, pero lógicamente hay que ir adaptándose a los cambios que se producen porque una de las virtudes del abogado es ir acomodándose a los distintos cambios que se van produciendo para poder defender los intereses del cliente”, advirtió Mir.

De los despachos personales con máquinas Olivetti y medios muy rústicos se ha pasado a habitaciones llenas de ordenadores, escáneres y faxes cargados de la última tecnología. “Antes tardabas mucho tiempo en encontrar una sentencia”, rememoró Gabriel Rubio en su discurso cuando habló en nombre de los profesionales que recibieron el Botón de Plata. También reconoció que no ha ejercido la abogacía “ni por dinero ni por éxito porque eso se va, sino por la satisfacción de poder servir” a los ciudadanos.

Pero no sólo la tecnología ha revolucionado la profesión, sino también los problemas que se tratan, aunque por las palabras que se escucharon durante el acto, se deduce que cualquiera de ellos no dudaría ni un momento en estudiar Derecho otra vez. “Estoy enamorado de mi profesión, incluso antes de hacer la carrera. En cuanto acabé me entregué por completo a ella. Aunque siempre decimos que es dura, verdaderamente merece la pena”, advirtió Jorge Fernández que recibió el Botón de Plata.

Una profesión intensa, de entrega y llena de “buenos y malos momentos”, pero que tal y como quedó reflejado en la ceremonia, merece la pena ejercer.

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